Tumbado sobre la piedra caliente
escucho el triste llanto de un chelo solitario,
escucho como corre alocado entre arboles esbeltos
herrumbrando las manillas del reloj de un campanario,
no mires atrás y danza, aquí a mi lado,
atraviesa sin pudor las comisuras de mis labios
y quiebra mi voz
dejando en mi cara el retrato de estos años.
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