...el soldado pudo distinguir claramente entre tanto alboroto el sonido de su bala. Pudo sentir el acerado proyectil entrando en su carne y una sensación de desasosiego que lo invadía; no dolió, solo un frío pavor empezó a escalar sus piernas, temblaban y una densa humedad crecía por momentos en sus entrañas. Parecía que algo se había roto y su primer pensamiento fue para ella: "Dios mio, mi mujer me mata".
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